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RESEÑAS DE LÁPIZ Y PAPEL: «HAMLET» Y «MÁQUINA HAMLET»



Tematización de una obra como tal dentro de sí misma


Hay obras que tematizan el hecho de ser una representación artística en sí misma. Esto puede presentarse mediante diferentes formas, puede ser como una representación de la obra dentro de la misma, como ocurre en “Hamlet”, de Shakespeare, o como una representación de los cambios dentro de esa disciplina artística (el teatro), tomando una obra clásica y representando los quiebres actuales, como ocurre en “Máquina Hamlet”, de Heiner Müller.


En la obra clásica de Shakespeare aparece el teatro dentro del teatro, se representa una obra teatral dentro de la historia, que cuenta justamente los hechos acontecidos en la “realidad” del drama de “Hamlet”. El protagonista, tras descubrir que su padre fue asesinado envenenado por el actual soberano, monta esta representación de cómo debieron ocurrir los hechos para observar la reacción del perpetrador y poder, en base a ello, confirmar su culpabilidad.


La obra, a su vez, trabaja con la dilación de la acción de venganza producto de la duda y con el camino tortuoso de Hamlet, haciéndose pasar por loco para no enfrentarse con las implicancias de su descubrimiento. Se muestra que le pasa internamente al personaje mediante monólogos, como corrientes de pensamiento. Representa la complejidad de la subjetividad y la autonomía de lo humano, aunque finalmente se accede a la venganza de manera azarosa.



Opuestamente, “Máquina Hamlet” utiliza la referencia a la obra clásica para plantear el quiebre que se está viviendo en el teatro en esa época (1970-80). Realiza una representación perturbadora a modo de collage en sintonía con la vanguardia teatral, que rompe con la idea de drama y con la tradición dramatúrgica, tomando como obra a reversionar uno de los pilares de esa tradición, que es “Hamlet”.


Como “teatro post dramático” la obra presenta las siguientes características: fragmentación (como una máquina que genera texto), ruptura de los personajes, ausencia de relato y búsqueda de la provocación, pérdida de la preponderancia del drama, se presenta un mundo post apocalipsis reflejo de la post guerra.


Los monólogos se presentan de un modo no tradicional, por momentos se interpela o se narra en pasado, no hay identidad estable de personaje. Se plantea el contar las cosas como son (“madre con las piernas abiertas”), va más a fondo con el pesimismo (presente en el original de “Hamlet”) y es explícito, no utiliza eufemismos. La mirada se posiciona desde el S. XX, cuestionando cosas que el original no lo hace (el padre de Hamlet era perfecto, incuestionable).


Se hace explícito el hecho de tratarse de una obra de teatro rompiendo con la representación (cuando habla con Horacio, dice “soy actor”, y con la madre dice “te doy letra”). Se trata de una reescritura de manera condensada, que expone la teatralidad con ironía dura relatando las escenas, las acciones (“ahora hago esto”). Se pone de manifiesta también la pérdida identitaria (“ya no soy Hamlet”), el desmonte del personaje. Presenta el efecto máquina textual que toma roles (“soy todos”) en un momento de fin de época, de allí el título de la obra.


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