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RESEÑAS DE LÁPIZ Y PAPEL – Análisis de la novela “Mrs. Dalloway”, de Virginia Woolf



“Mrs. Dalloway” (1925) es la cuarta novela publicada de Virginia Woolf. En ella se narra un día en la vida de Clarisa, una mujer londinense de alta alcurnia, casada con un diputado conservador y madre de una adolescente. Los hechos están narrados desde la mente de los personajes, con un lenguaje capaz de mostrar los vaivenes de la conciencia y expresar la condición de la mujer de un modo a la vez íntimo y objetivo.


En esta novela se plasma la idea de obra literaria que examina una mente ordinaria en un día ordinario, haciendo una representación pluripersonal de la conciencia. El tiempo no aparece con forma lineal sino como un espacio. Se deja de lado la anécdota y la sucesión de núcleos narrativos generando densidad y profundidad del tiempo. Hay un aflojamiento de la conexión entre los sucesos, haciendo que la lógica causal se vuelva insignificante. La narración muestra un circuito de impresiones, representando a la “vida” como aquello que se escapa.


La autora trabaja en esta obra la reivindicación de la sensación como modo para la escritura. La vida aparece mostrada en hechos pequeños, habiendo una des-jerarquización de escalas. Se trata de una narración que construye la intimidad de la vida del personaje, alrededor de la cual gira el texto. Propone entender la vida en la contingencia. Juega con el exceso simbólico, mediante la acumulación de imágenes y la saturación de significantes. Aparece en la novela la lamentación de algo del orden de lo perdido, que marca la sensibilidad de los personajes. Se refuta la idea del pasado como maestro de vida.


La obra de Virginia Woolf se enmarca dentro de la denominada Modern Fiction (ficción moderna o narración modernista), que surgió en un tiempo amorfo y es el síntoma del pasaje entre épocas (S. XX). Esta corriente literaria pone en crisis la idea de la novela como código narrativo capaz de poner un orden a los materiales con lo que se trabaja. Permite, y habilita, todas las experimentaciones, pero al mismo tiempo las pone en crisis, planteando una destrucción de los moldes narrativos. Posee un ímpetu por destruir lo heredado, concibiendo al pasado como aquello que hay que superar, destruir, para que lo nuevo advenga.


Este género tiene como características la elaboración de figuras y mecanismos literarios novedosos. Fue pensado como un movimiento de fuerte experimentación, que produciría una mejora o ampliación del campo de lo decible en términos literarios (fluir de la conciencia, uso anárquico del estilo indirecto libre, movilidad permanente del punto de vista). Se toma al interior de los personajes como un modelo atómico, concibiendo la vida como partícula o átomo infinitesimal.


Virginia Woolf, escribió un ensayo con el título “Modern Fiction” (1919) en el cual cuestiona el progreso como filosofía, y la reducción a la técnica, postulando a la novela como una forma libre.


“Mrs Dalloway” presenta imágenes de mujeres con las que resulta difícil identificarse. Los personajes constituyen un repertorio de personalidades que cubren un espectro de conciencia. La figura del soldado cumple la función de ampliar el campo de la experiencia sensible, hacer que la novela gire en dos centros, generando efectos sobre el dilema vida–muerte. Hay una valoración de la muerte como acto enunciativo, como sentencia, como señalamiento de una soledad fundamental. El texto, a su vez, juega con la idea de que la protagonista también considera el suicidio para sí.


Se produce en la novela un desdoblamiento y acercamiento de los personajes. Se vuelve una y otra vez al pasado, a eso que se perdió (relación romántica), lo que ya no se es. Así también, aparece la ciudad londinense constituida como personaje, como una emisora de signos que despiertan el amor, como generadora de estímulos.


En el prólogo de la novela, Josefina Aldecora define la obra como una radiografía de la psique humana y de la sociedad inglesa de fines del S. XIX y principios del S. XX. Señala que se muestra en ella la melancolía de una mujer madura, encajada en el ambiente, que se sorprende un día reflexionando sobre su elección de marido, siendo la presencia de Peter Walsh, su amor juvenil, lo que causa su desconcierto.


Como contrapunto del personaje femenino de la señora Dalloway el texto presenta a Septimus Warren Smith, un ex-soldado alterado por la percepción de un amigo muerto como un fantasma torturante y que avanzada la historia se suicida. La novela trascurre en un solo día y en paralelo, los dos protagonistas no se conocen ni se encuentran en ningún momento, aunque al final a ella le llega la noticia de lo acontecido. Aldecora señala que se puede apreciar en la obra, el deseo de la autora de que la narración novelesca transcurra con la misma fluidez y al mismo ritmo que el torrente del pensamiento. Así como también la crítica presente a la sociedad victoriana, siendo que mientras los conservadores están de fiesta un ex-soldado muere como consecuencia de la guerra. “El empeño principal de V.W. fue llevar a la novela al protagonista más importante: el ser humano, despojado en su desnudez esencial, de circunstancia y adornos convencionales”.


En “La vida intensa y suntuosa de lo banal”, que aparece en este libro posterior al prólogo, Mario Varga Llosa presenta su perspectiva sobre la novela. Según él, la obra aborda la cuestión de la sensibilidad femenina, mostrándola mediante una realidad reinventada en la que se expresa principalmente la idiosincrasia y la condición de la mujer. El equilibrio entre la manera y la materia del relato es absoluto y no hay sensación de asistir al experimento que es el libro. En su opinión las ficciones fracasadas reproducen lo real, mientras que las logradas lo aniquilan y transfiguran, cuestión que vemos en esta obra.


“Mrs. Dalloway” es, según Vargas Llosa, una ficción persuasiva con un narrador huidizo, ubicuo y protoplasmático, instalado en la intimidad de los personajes (lo que llega al lector esta filtrado por la sensibilidad de los personajes). “El mundo objetivo se disuelve en las conciencias de los personajes antes de llegar al lector, se deforma y reforma según su estado de ánimo”, dice refieriendo a que el lector no ve la realidad sino las versiones subjetivas de los personajes. La novela presenta una atmósfera inmaterial, una realidad suspendida y sutil, una materia contaminada de idealidad y se va disolviendo íntimamente (efecto de la narración desde la subjetividad de los personajes). Da la impresión de un mundo extraño mientras que lo que acontece es trivial y andino. El narrador salta de una a otra de las conciencias de los personajes sin hacerse notar, la narración se vuelve monóloga, alternando estilo indirecto libre y monólogo interior.


Auerbdch, en su texto “Mimesis”, dice al respecto de la obra de Virginia Woolf, que no hay un punto exterior de la novela. Se ven contenidos de conciencia, inexistencia de un narrador y multiplicación de los puntos de sentido que gira en el enigma de un personaje. Se aprecia el cambio de paradigma en el modernismo, el nuevo tipo de relación entre narrador y personaje.


Hay una apertura a la puesta en evidencia de la profundidad del tiempo, que no corresponde a la escala del tiempo humano en términos de la cronología. Una suerte de densidad temporal absoluta en la que una eternidad cabe en un instante. Una implicación temporal, que utiliza la digresión como mecanismo para dar cuenta de la profundidad del tiempo.


Se plasma la atomización de la peripecia, la lógica del discurrir verbal no va a tener una lógica causal, sino que va a responder a una casualidad contingente, habiendo una hegemonía permanente de los procesos internos de los personajes. La tensión dramática no está dada por los acontecimientos sino por un rodeo, enigma, que intenta acercarse y explicar al personaje. Que en esta autora está en torno a lo femenino ligado a la ignorancia.


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