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RESEÑAS DE LÁPIZ Y PAPEL: Análisis de la novela “Frankenstein”, de Mary Shelley.



“Frankenstein” es la primera novela de Mary Shelley, publicada en su primera edición en 1818, siendo reescrita en su totalidad para la edición de 1831. En esta segunda versión, la escritora incorpora un prólogo en el que comparte información y reflexiones en torno a esta obra. En él, ella dice que, si bien deseó escribir desde niña, sentía un placer mayor en la “formación de castillos en el aire: recrearme soñando despierta, desarrollar tramas que tenían como único objetivo la formación de sucesiones de incidentes imaginarios”.


La escritora cuenta que cuando surgió la propuesta de escribir una historia de terror, en una reunión en el domicilio de Lord Byron, ella buscó una historia “que hablaría de los misteriosos temores de nuestra naturaleza y despertara el terror más emocionante”. En un estado entre la vigilia y el sueño se le aparecieron las imágenes de la creación del monstruo, luego de haber estado escuchando una conversación sobre el principio de la vida durante el día. La primera versión de la historia consistió en una trascripción de los espantosos terrores de la ensoñación que había tenido.


Mary Shelley dice, en este prólogo de su libro, que “la invención no consiste en crear de la nada, sino del caos; debe contarse con los materiales, en primer lugar: la invención da forma a sustancias oscuras e informes, pero no puede hacer que exista la sustancia en sí misma”. “La invención consiste en la capacidad para captar las posibilidades de un objeto y en el poder para moldear y revestir las ideas que sugiere”.


“Frankenstein” es una novela que conjuga fantasía, mito y ciencia. Una obra que se vincula de manera clara con el contexto del momento en que fue escrita, de la revolución francesa, presentando a la criatura como un otro de una cultura filosófica y política. Además del interés por la ciencia y las prácticas de la época.


Aparecen como centrales el problema del nombre, lo familiar y la familia, siendo el principal la cuestión de la creación, en términos de paternidad y autoría. El monstruo recorre los límites de lo familiar, geográfico y temporal (como una figura del umbral). El carácter innominado (sin nombre) de la criatura forma parte de su exclusión. Se trabaja en el texto la tensión entre la vista y el habla, funcionando la primera como un mecanismo de exclusión y la segunda como un mecanismo de integración.


Esta obra combina características de diversos subgéneros literarios. Utiliza elementos del gótico intervenidos por una enorme conciencia intelectual, a la vez que toma contacto con la novela moral, desarrollando un material que lleva a pensar las pasiones humanas. Aparece el terror por medio de una mediatización (personajes que se asustan), el horror está puesto en distancia. El intento de sustraer el mero efecto del terror no desemboca en la lectura de la novela como una dramatización de postulados teóricos estéticos y morales o la puesta por escrito de un ideario, sino que va a sostener la idea de un texto imposible de traducir en un conjunto de proposiciones morales, como una suerte de indecisión en el texto (ni terror, ni gótico, ni moral puros).


La novela posee un carácter de tejido como un conjunto de referencias hilvanadas. Además de fusionar géneros, combina elementos de diferentes tradiciones religiosas y filosóficas. Hay una dimensión semántica de la trayectoria, el viaje y la persecución vinculada a la cultura ilustrada del siglo XIX.


Está presente en la historia, de manera muy marcada, la pregunta y reflexión sobre el origen de la maldad, mostrando el impulso criminal del monstruo vinculado a su asociabilidad. El primer asesinato (del niño, hermano de Víctor) consagra la maldad del monstruo. El conflicto central está personalizado entre el creador y la criatura. La no pertenencia y la falta de vínculo familiar es lo que se convierte en desencadenante de la trama. Víctor lleva a cabo su creación al estar apartado de la familia y al ser sus ideales desestimados en la facultad. Posteriormente, la criatura abandonada por su creador contempla un ideal de familia que lo rechaza, constituyéndose ello en la razón de su maldad. Pudiéndose concluir que es la falta de afectos lo que desata el desastre.


El texto funciona como archivo documental de cartas, relatos concéntricos encajados y relatos enmarcados. Aparece una primera persona epistolar que muestra una parcialidad que es confrontada a lo largo del texto con la versión del creador y la del monstruo. Toma la forma del registro de testimonio y la autobiografía.


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