James Graham Ballard, fue un escritor inglés de ciencia ficción de la segunda mitad del siglo XX, que abordó la exploración del espacio interior (inconsciente), tomando influencias del surrealismo y del movimiento beatnik.
Presenta en sus obras una relación ambigua con la catástrofe y difícil de moralizar. La catástrofe se vive con aceptación, no resistida, en ocasiones como oportunidad para romper la rutina y el aburrimiento, o como objeto de deseo, algo que debe ser propiciado. Trabaja con las imágenes y fantasías que constituyen las subjetividades propias del ciudadano promedio o clase media acomodada: una minoría del bienestar suburbano que se convierte en norma, donde ciertas imágenes del bienestar neutralizan todo un mundo inconsciente, y que tienen como contrapartida un conjunto de fantasías que unen la destrucción, la muerte y el sexo (deseo) en el mismo plano.
Aborda también el problema de la manipulación del marketing, como la simulación que sostiene el modo en que la realidad y ficción están implicadas una en la otra. Aparece además la pérdida de la contención civilizatoria, siendo el abandono de la corrección un punto de no retorno. Plantea un tipo de conexión inmediata, que intenta hacer con una imagen del inconsciente como un espacio saturado por señales mediáticas, de la maquinaria de los medios masivos de comunicación, que se hace bajo la forma de zapping.
“Exhibición de atrocidades” (1970) es una colección de relatos que, en su mayoría, fueron publicados originalmente de manera independiente. En estos textos, el autor presenta diferentes modos de violencia irracional del mundo moderno post-nuclear. Se genera un dispositivo textual de pensar los textos como piezas de museos, que propone de forma experimental una suerte de fascinación, de objetos de adoración que contienen lo más hondo y profundo de los deseos inconscientes de los humanos.
Se presenta una sintaxis vinculada con la lectura escondida por el ritmo vertiginoso del zapping; intento por simular el tipo de circulación de las imágenes. Aparecen frases nominales sin verbos, como conjunto de viñetas en las que se condensan frases propositivas que tienden a la descripción, una sobriedad desapasionada: una puesta cruda de imágenes sin la intermediación del personaje ni del problema del argumento.
Hay un trabajo con la repetición obsesiva de una serie de patrones, vinculada a la recuperación del registro de los informes técnicos. Se mimetiza el registro de lo técnico poniendo en duda el carácter satírico del texto, generando apego al registro neutro de la ciencia, lenguaje que carece de personalidad en el que está inscripto el colapso de la subjetividad individual. Se pone de manifiesto la tensión en la relación oculta entre las prácticas políticas y los automatismos, la puesta en mira de los cimientos básicos de cualquier intento de democracia.
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