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Foto del escritorJesica Sabrina Canto

RESEÑAS DE LÁPIZ Y PAPEL: Análisis crítico de “El juguete rabioso”. Por JESICA SABRINA CANTO



Ricardo Piglia, en un texto crítico sobre “El juguete rabioso”, de Roberto Arlt, analiza la relación entre dos espacios claves del texto: la biblioteca de la escuela y la librería de don Gaetano. Dice:


“… el intento de quemar la librería es homólogo al robo de la biblioteca. Dos caras de una misma moneda, estos lugares son los espacios simultáneos de una sola lectura: la biblioteca acomoda lo que el mercado desordena y su préstamo legal sublima el canje brutal que se desencadena en las casas de “compra y venta”. Del orden al desorden, la literatura circula regida por las leyes de la apropiación capitalista: al robar en la biblioteca, Astier niega toda separación, levando el precio adonde el valor parece reinar fuera de la economía. A la vez, quemar la librería es consumir “gratuitamente” ese lugar desvalorizado, donde los libros “usados” sólo valen lo que se paga por ellos.”


El sentido del fragmento precedente está en que, en la sociedad capitalista los libros no tienen valor por sí mismo, sino que el valor es el económico, marcando los diferentes modos de acceso a ellos un estrato social diferente. Las clases populares deben alquilarlos, tomarlos en préstamos, robarlos o comprarlos usados (los descartados por otras personas), sin tener posibilidad de propiedad legitima sobre ellos. El personaje principal, Astier, representa mediante sus modos de aproximación a los libros, la relación de las clases bajas con la literatura, a lo que aparece en oposición, hacia el final de la novela, la biblioteca de la casa del ingeniero en representación de las clases superiores.


Lo primero que aparece en este libro de Arlt es la lectura de la historia de Rocambole, que se distribuye mediante folletines y el personaje alquila. Esa lectura, le presenta a Astier un personaje de clase baja, el cual toma como guía y determina todo su accionar. Este personaje literario es un bandido, lo que está en coincidencia con los dos actos delictivos que realiza Astier, el robo de la biblioteca y la quema de la librería (destrucción de propiedad privada). Así mismo Astier piensa en Rocambole en tres momentos importantes de su vida: al robar (decisión en su infancia de convertirse en ladrón), el inventar (deseo de ser inventor entrando en la escuela militar), al traicionar (delatar la intención del Rengo de robar al ingeniero). Este último momento, puede pensarse que guarda estrecha relación y complementa las dos escenas que se toman como tópico para este análisis, ya que la traición es a favor de un hombre de clase superior, un hombre que tienen una biblioteca como propiedad legítima, que puede acceder de primera mano a los libros.


Esta es la denuncia que considero está presente en la novela (una de ellas), la idea de que la propiedad de libros convierte a su propietario en superior al que debe acceder a ellos de otro modo (clase baja: alquiler, robo, reventa). Me parece interesante e importante señalar que, si bien el robo a la biblioteca es para lucrar con los libros, los personajes deciden conservar algunos ejemplares para ellos mismos, siendo conscientes de que ese es el único modo de hacerse con la propiedad de libros como esos, y que les dan valor mas allá de considerarlos valiosos o no, económicamente. Esta valoración de los libros por su belleza, se opone a lo que él percibe en la librería en la que entra a trabajar, que intenta quemar. Dice Piglia al respecto: “en esta acumulación confusa, la lectura, regida por la ley de la oferta y la demanda, pierde su aire privado: desvalorizados los libros ya “usados” son sometidos a un canje indiscriminado donde todo se mezcla”.


Lo mencionado previamente, también está en relación con el planteo de Oscar Masotta, de que lo que está en cuestión en El juguete rabioso es una contradicción interna de la clase media. El individuo de la clase media se desconoce a sí mismo dentro de ella, toma una posición ambigua que está más cerca de la clase baja pero que aspira a la clase alta, esta aspiración se visibiliza en el deseo de propiedad sobre los libros de Astier, que se hace manifiesto en la novela.


Masotta dice que “gracias al cinismo de sus personajes Arlt ponía de manifiesto la hipocresía de la sociedad presente”. Esta hipocresía se hace presente en relación a la circulación de los libros como mercancía, siendo éstos los elementos que contienen el conocimiento y que participan de la formación humana haciendo posible el desarrollo y asenso social. Podríamos pensar que el poseer o no los libros es sinónimo de poseer o no los conocimientos, algo que el sistema de clases busca velar para las personas de los estratos inferiores. Piglia termina uno de los apartados de su texto diciendo que “si hay que pagar para (poder) leer, el interés por la literatura justifica el costo del delito: ¿se roba porque se leyó o se roba para leer?”.


Otra cita de Masotta a considerar es la siguiente: “inventar, crear, robar, imaginar, soñar, mentir, delatar: estos actos se corresponden en que, a través de ellos y en ellos, los personajes de Arlt apuntan a una suerte de corte de amarras con lo que son”. De esta idea, si la pensamos en relación a las escenas de robo a la biblioteca e intento de incendio de la librería, sumadas a la escena final de delatar al amigo a favor del ingeniero, podemos proponer que Astier intenta dar un cambio a como es su relación con la posibilidad de poseer, en tanto propiedad, los libros. Podemos aventurar un deseo del personaje, de Astier, desde su infancia de tener una biblioteca propia como la del ingeniero, que se puede inferir de los ejemplares que él conserva, y de algún modo atesora, del robo a la biblioteca. Esa superioridad del ingeniero lo es por su propiedad legítima sobre los libros, a la que Astier sólo puede aspirar. Piglia plantea, en análisis de la novela de Arlt, que “la falta de dinero impide tomar posesión de los libros salvo a préstamo, en el plazo fijo de una lectura vigilada”. Esta cita refleja el sentimiento que se percibe en Astier con respecto a las bibliotecas, como algo restrictivo que viene dado por la clase social a la que pertenece.


También se puede plantear que en ese acto de maldad que es traicionar a un amigo, Astier se aproxima más a su personaje literario favorito, Rocambole. Y que esta equiparación, quizás simbiosis, que al “convertirse” en ese bandido literario, está poseyendo esa historia, ejerciendo una propiedad sobre ella en oposición a la posesión limitada mediante el alquiler de los folletines de donde leía el relato de Rocambole en su infancia. Dice Piglia “desde el principio, Astier actúa los efectos acumulados de una lectura (…): su experiencia es la repetición de un texto que a cada momento es necesario tener presente. Este canje entre lectura y experiencia hace avanzar la narración: en el camino de su aprendizaje, para enfrentar los riesgos, se sostiene de literatura.”


En una nota al pie de su texto Masotta plantea la idea de “color local” en los textos de Arlt. Aunque no menciona la relación establecida de la literatura, de los libros, dentro de ese concepto, podemos decir que lo incluye, en tanto la relación de la clase baja con el acceso a los libros forma parte de esa atmósfera real o esa realidad retratada, que se manifiestan en toda la obra, pero que destaca en los dos actos delictivos de Astier que son motivo de reflexión en este análisis. Masotta discute con Lukács que este “color local” se presente escindido de los personajes, sino que plantea que gracias a las particularidades de esos personajes es que se puede ver esa atmósfera.

Podemos plantear que es gracias a la inclinación, el gusto de Astier por los libros, la importancia que él les da, que se plasma las diferencias en el acceso a ellos entre los estratos sociales, que se puede ver la imposibilidad de tener posesión legítima sobre ellos por parte de las clases bajas.


Bibliografía:

-Arlt, Roberto, “El juguete rabioso”, 1926.

-Masotta, Oscar, “La plancha de metal”, Sexo y traición en Roberto Arlt, Buenos Aires, CEAL, 1982.

-Piglia, Ricardo, “Roberto Arlt: una crítica de la economía literaria”, Los Libros, nº 29, marzo-abril de 1973.


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