Miguel de Cervantes Saavedra fue un experimentador narrativo, en un contexto de crisis de la prosa narrativa (entre la historia y la poesía) que produjo una ruptura de los géneros literarios. Generó la posibilidad de darle voz al lector como figura activa dentro de la producción del texto, planteando una propuesta de la literatura como juego, como un ocio nutritivo.
En base a los registros de sus pensamientos como escritor sabemos que el lector al que apunta “no está en los templos, oratorios, ni negocios”. Piensa en una lectura de su obra no dada por lo devocional, religioso, ni práctica de los negocios, sino en un “lector amantísimo”, un lector en estado de ocio, aquel que tiene la capacidad de amar, en búsqueda de una experiencia de disolución (esparcimiento). Inaugura un espacio en que el lector está exento de autoridad externa, donde tiene absoluta libertad. Hay un lector sociológicamente nuevo que ya no tiene las limitaciones cortesanas.
Además de ser autor de “El Quijote de la Mancha” (obra celebre), escribió lo que se denominó novelas ejemplares, una serie de novelas cortas producidas entre 1590 y 1612, publicadas conjuntamente en 1613. La característica de estas obras breves es que en ellas se transforma la narración en argumento, desarrollando narrativamente un problema, encerrando un punto de vista puesto en discusión y proponiendo un reto interpretativo al lector, mediante el contraste y la yuxtaposición. Se las considera dentro del género de la novela moderna, que da cuenta del mundo inexplorado que está fincado en la experiencia sensible del lector.
La idea de “ejemplar” está en consonancia con que estas novelas formulan instancias argumentativas, como una suerte de enseñanza de personajes que transitan los límites y las excepciones de determinados contextos, que discute a la pureza general de las leyes, que son materia de interpretación para el lector.
Cervantes no denomina “novela ejemplar” a todos sus textos sino a algunos de ellos. Las obras que componen este libro se pueden leer en conjunto como un todo orgánico o individualmente como una sucesión de relatos inconexos, dejado a la consideración del lector, puesta en suspenso de la unidad supuesta del texto.
Una de las obras que incluye esta compilación es “El amante liberal”. Esta trabaja sobre el género novela vicentina (o novela griega), consistente en un drama de separación, que fue el germen del género melodramático. Se presenta en la historia el contraste entre la virtud amorosa y el vicio amoroso.
En la primera parte se presenta el lamento y deseo de muerte del personaje principal (Ricardo) al creer muerta a su amada (Leonisa). La figura de las familias está puesta como algo secundario y, en cambio, la reflexión en torno a la identidad religiosa ocupa un lugar más destacado.
La obra se presenta bajo una matriz narrativa teatral, en tanto que el narrador está relegado, cediendo la voz a los personajes que formulan grandes parlamentos como escenas dramáticas, siendo algunos de ellos parlamentos vacíos que solo sirven para expresar el dolor del personaje.
Una de las cuestiones que la novela pone de relevancia es el modo en que un conjunto de personajes son objetos que, a merced de un proceso de purificación (viaje), van adquiriendo el carácter de sujetos. Conjuntamente aparece la idea de la palabra como un bien concedido solo a aquellos que no tienen otro poder (político, económico, o bélico). Los personajes principales (Ricardo y Leonisa) solo pueden hablar, carecen de la posibilidad de ejercer su voluntad, por tanto, podemos colocarlos en el estatuto de objetos. Son víctimas del destino, son objetos al convertirse en esclavos en la historia y son objetos de la pasión amorosa (Ricardo, al padecerlo, y Leonisa, por ser el objeto de amor de él y otros personajes secundarios).
Se plasma en la novela una dimensión neoplatónica del personaje femenino (Leonisa), en el modo de describirla. Es un personaje que, a lo largo del texto, va a ir tomando carnadura, mutando de la ninfa al pensador, adquiriendo interioridad y convirtiéndose en una mujer que piensa.
El tema principal de la novela es la libertad, funcionando el amor como un contrapunto. Lo que lleva a los personajes al final feliz es su capacidad para fingir la identidad, transformase en otros, mediante una elasticidad que consiguen a fuerza de prudencia, marcados por el aprendizaje del saber sentir y el saber decir.
El título de la novela hace referencia al final de la obra, a la idea de amante liberal en oposición al amante pasional. El personaje masculino (Ricardo), reconoce no tener potestad sobre su amada para decidir en su lugar, recalcando la libertad de la mujer para elegir el rumbo de su futuro. Una cuestión sumamente atípica para la época en que la obra fue escrita y que guarda relación con la lucha de las mujeres que continúa en la actualidad, siglo XXI.
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